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sábado, 30 de abril de 2011

Las heridas en el APBT

Tanto cachorros como adultos sufren con cierta frecuencia pequeños accidentes que provocan heridas
abiertas de importancia variable. Generalmente la naturaleza de las lesiones o desgarros origina
pequeñas hemorragias y los propietarios del animalito se ven desagradablemente sorprendidos ante lo
aparatoso de la herida.
Lógicamente, la probabilidad de que sucedan estos hechos será muy diferente en función del entorno y
tipo de vida de cada animalito, pero incluso los perros de apartamento perfectamente mimados y
protegidos por sus dueños pueden ser eventualmente agredidos por otro congénere o pisar un trozo de
cristal procedente de una botella rota y sufrir consiguientemente el doloroso traumatismo.
Las cortaduras se producen frecuentemente en los pies y extremos de las patas, si bien, pueden afectar
a otras partes del cuerpo del animal.
La naturaleza de la herida aconsejará el inmediato traslado del ejemplar a una clínica veterinaria si
la hemorragia es muy abundante y no cesa, o cuando a simple vista, la profundidad y extensión del corte
nos parece importante. En caso contrario debe procederse a la limpieza de la herida al chorro de agua
jabonosa, que se aclarará con agua limpia. Si el corte interesa las almohadillas plantares, se termina
«desinfectando con agua oxigenada y vendando el pie del animalito.
Cuando la herida se produzca en una zona muy cubierta de pelaje, es conveniente rapar con unas tijeras
y posteriormente con una maquinilla de afeitar el área afectada para facilitar la curación y evitar
enojosas infecciones, pero siempre debemos consultar cuando sea posible al veterinario que tengamos más
cerca o al que de forma periódica cuide de nuestro perro.
Mordiscos y rozaduras pueden ocurrir en el momento más inesperado, lejos de la residencia habitual
cuando disfrutamos de las vacaciones o en uno de los paseos cotidianos. De idéntica forma, el aspecto
de la lesión deberá guiarnos en la visita de urgencia al facultativo o permitirá la consulta posterior.
Por mucho que queramos a nuestro ladrador compañero, no debemos caer en la tentación de despertar y
hacer levantar de la cama al veterinario en quien confiamos a horas intempestivas de la noche por un
mordisco o erosión, que puede ser igualmente curado al día siguiente.
Como en el caso anterior, los primeros auxilios deben correr por nuestra cuenta.
En primer lugar, se limpia con agua abundante y agua oxigenada la zona afectada y se aplica una
solución de mercurocromo o tintura de iodo, que pueden sustituirse por polvos antibióticos secantes, si
la profundidad de la lesión es superior al centímetro.
Al día siguiente podemos acudir a la consulta correspondiente para recibir los consejos del
veterinario.
Generalmente, las rozaduras, erosiones y otras pequeñas agresiones que el perro recibe sobre su cuerpo
tienen escasa importancia y son amortiguadas por la capa de pelo protector, pudiendo curar en pocos
días, gracias a la propia naturaleza del animal.
Nunca deben aplicarse pomadas tóxicas, ya que los canes instintivamente, limpian sus heridas con
lengüetazos repetidos y podrían ingerirlas al tratar de curarse la lesión, provocando a veces, daños
mayores que los que se trataban de evitar.
Por este motivo, aunque sólo se pongan sobre la región dañada tinturas ioadas o similares, ha de
sujetarse durante unos minutos la cabeza del animal para evitar que pueda lamer de inmediato el
producto y anular su efecto.
Atropello.
Además de lesiones externas (heridas, fracturas) puede tener lesiones internas. Inmovilizar al perro lo mejor posible y llamar a urgencias. Aunque el perro esté consciente y se levante por su propio pié, aparentemente “bien”, hay que llevarle al veterinario para que le exploren. No olvides que el perro no puede decir “me duele aquí”. Aunque parezca estar bien hay que hacerle un reconocimiento.
Ante la posibilidad de lesiones de columna, hay que evitar mover al perro salvo que sea absolutamente imprescindible.
Caidas desde cierta altura.
Sirven los mismos consejos que en el caso de un atropello. Apenas hay diferencia en el tipo de lesiones que se puede producir.
Luxaciones o fracturas en las patas.
Hay que evitar que el perro camine. Si no sabemos inmovilizar una fractura o luxación, es mejor hacer que el perro se quede tumbado hasta que tengamos ayuda. De todas formas, lo más probable es que tengamos que llevarle nosotros al veterinario, así que lo mejor es que nos movamos rápido. Si la fractura es abierta (con herida) habrá que ponerle un vendaje antes, así que conviene tener lo necesario en el botiquín.
Heridas.
Si son superficiales (arañazos), puedes curarlas tú a base de agua oxigenada y mercromina, o incluso, si no sangran, dejar que el perro se lama (la saliva de los perros contiene una sustancia cicatrizante, además de que se limpiará la herida mejor de lo que nosotros lo haríamos). Si necesita puntos de sutura, a urgencias. En este caso hay que evitar que el perro se muerda o rasque mientras cicatriza, por lo que habrá que ponerle una de esas gorgueras especiales para evitarlo.
Si es una herida leve que le limpias tú, no uses algodón. Es mejor una gasa (el algodón dejará pelillos en la herida).
Heridas en peleas: Mordeduras.
Además de las consideraciones generales para las heridas, no está de más una visita al veterinario para tomar precauciones contra la rabia, sobre todo si no conocemos al otro perro y no sabemos si está vacunado o no (si el otro perro no es callejero, da igual lo que diga su amo: por quien tú te tienes que preocupar es por el tuyo y más vale pecar de exceso de precaución).
Insolación. Golpe de calor.
Aunque son dos cosas diferentes, en la práctica son difíciles de distinguir. En los perros suelen tener efectos mas graves aún que en las personas, pudiendo ser letal si no se actúa a tiempo.
Síntomas: postración general, pulso acelerado pero débil, mirada con expresión de angustia, movimientos torpes y mal coordinados, temperatura elevada (42 o 43 grados, o incluso más).
Qué hacer: acudir al veterinario a la primera sospecha de que el perro sufre insolación. Si no es posible hacerlo de inmediato, llevar al perro a un lugar fresco y sombreado. Refrescar al animal cubriendole con algun paño mojado y bien frio la región craneal, y abundante agua fría en el resto del cuerpo.
Lo mejor es prevenir y evitar las situaciones de riesgo, cosa que el dueño puede conseguir fácilmente con un poco de buena voluntad. No exponer al perro al sol exageradamente, o a altas temperaturas. Por ejemplo, nunca ha de dejarse al perro encerrado en un coche aparcado al sol, ni siquiera con las ventanillas ligeramente bajadas. Recuerda que el perro no puede sudar, por lo que esta forma de eliminar el exceso de calor no está a su alcance.
Intoxicaciones.
Si la intoxicación es leve, el perro tratará de vomitar lo que sea que la haya causado. Si es grave, no tendrá fuerzas ni para eso. Tratar de conseguir una muestra de lo que haya ingerido para ayudar al veterinario a identificar la causa y decidir qué hacer.
En casa, lo mejor es la prevención. No dejar ningún producto tóxico ni medicinas al alcance del perro (en esto hay que actuar igual que para los niños pequeños). Si en la calle le llevas atado, tampoco habrá problemas porque podrás evitar de inmediato que ingiera cualquier cosa.
Golpes en cabeza o cara.
Bueno… si es en la cabeza, yo no me preocuparía mucho a menos que haya recibido un cañonazo. Los perros tienen un craneo increiblemente fuerte (el mío, el pastor alemán que veis en la mayoría de las fotos, recibió la coz de un caballo cuando tenía apenas un año, y se levantó del suelo en una fracción de segundo, lanzandose a por el caballo en cuestión y persiguiendole durante casi un kilómetro. Aparte de la herida -3 puntos de sutura- el craneo estaba intacto). Anécdotas aparte, un golpe en la cabeza es un golpe en la cabeza, por lo que conviene llevarle al veterinario para comprobar que no hay conmoción.
Cuestión aparte son los golpes en la cara. Si el perro se fractura el hocico o la mandíbula, la situación es grave, pero no se puede hacer mucho más que evitar que se toque con las patas, inmovilizarle con mucho cuidado, y hacer una visita a urgencias.
Dientes rotos.
La situación no es urgente, pero habrá que hacerle un empaste para evitar que el diente se deteriore. Además, si la rotura llega al nervio, necesita una endodoncia. De lo contrario, cada vez que muerda, le dolerá. Puede negarse a comer, con las consecuencias que puedes imaginar, o, como mínimo, si el perro es un perro de defensa, no morderá, lo que sería echarlo a perder

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